Eran las 7.30 de la mañana de un 6 de octubre y en Barcelona llovía como si se fuese a acabar el mundo. Mientras me dirigía hacía la transitada estación de tren, Sants Estació, camino del trabajo, (una tienda de cosmética natural, que últimamente no tenía mucho movimiento) solo tenía una cosa en mente: hoy tiene que venir a la tienda una persona de lo más peculiar, para entretenerme la mañana. En el concurrido transbordo de Sagrada familia con la línea azul, me repetía ese pensamiento una y otra vez, a dúo con el hilo musical que salía de mis cascos. Entrando en el vagón, mientras escuchaba On Trees And Birds And Fire (canción de un chico que le habla a los árboles) de repente, los astros se debieron de alinear, porque al oírla esta vez, mi mente me transformó, llevándome a un estado de confort espiritual y aceptación del presente, que duró hasta el final del trayecto. Extrañada pero plácida, me puse rumbo a la tienda con una actitud y una energía diferente, gracias a ese momento de relax, tan poco común, en el estilo de vida actual que llevamos. Una vez en la tienda, como de costumbre, subo la persiana, cuento caja, limpio … y después de haber atendido un par de clientes entonces, apareció ella: la desconocida en la que había estado pensando todo el trayecto, camino al trabajo.
*Aqui te dejo la canción On Trees And Birds And Fire por si quieres escucharla mientras lees el post.
Karla Ontiveros, la mujer que cambiaría mi mañana
Dueña de una gran cabellera rizada, Karla entró a la tienda, me preguntó sobre fragancias amaderadas, y le comenté solidarizada, que es poco común en colonias femeninas y que en ese momento no teníamos nada parecido. Por lo contrario, le muestro un aceite facial, que supuse le podría gustar. Acto seguido, empezó con toda soltura, carisma y confianza a explicarme quien era ella, de donde venía y a dónde iba, mientras iba frotándose el aceite entre sus manos y esparciéndoselo por todo su pelo.
En primer lugar, por deformación comercial, le sigo mostrando el resto de productos, pero estos pasaron a segundo lugar, a medida que iba hablando, opinando y expresándose con la energía de una leona. Natural, espontánea, salvaje y llena de sabiduría, me invadió como una fuerza de la naturaleza, dejándome hipnotizada y enmudecida.
Muchas veces cuando estamos bastante tiempo meditando hacer algo y al fin damos el paso, tenemos que exteriorizarlo, contarlo, hablarlo con alguien para aceptar ese cambio y acabar de creérnoslo nosotros mismos. Karla tuvo esa necesidad: después de estar al día de sus últimos 10 años en 20 minutos, observé en Karla esa mujer fuerte que hacía frente a muchos prejuicios sociales y personales para centrarse en lo que realmente su mente y su cuerpo le decían. Quería romper con su pasado personal y profesional, tenía las riendas de su vida en mano y estaba decidida a hacer lo que quería, que era escribir y regresar a su país natal, México.
Como un maestro zen, habló sobre la sociedad, el alineamiento, el borreguismo y no ser dueño de tus decisiones por el que dirán. Sobre el mindfulness y la meditación budista, como el hecho de estar viviendo el presente, aceptándolo y sin juzgarlo. Sobre el poder de atracción, que no es más que tener claro un objetivo, y tener la voluntad y perseverancia para seguirlo y conseguirlo.
¿Un encuentro casual o causal?
Le comenté asombrada y con los pelos de punta las coincidencias personales, profesionales, espirituales y objetivos comunes entre las dos. Aparte del hecho, que vine camino al trabajo, deseando que viniera alguien especial, le expliqué que también mi vida estaba en proceso de cambio. Pero que me estaba resultando difícil, por el hecho de iniciar una nueva profesión. Cosa que después de la convicción, fuerza e ilusión con el que me narró su nueva etapa, me hizo retomar la mía, del mismo modo.
Me miró con la cara perpleja, no esperaba mi respuesta. Abrió su pequeña maleta y sacó su nuevo libro de poemas, Ahorcada en el Árbol.
En medio de la tienda y deseando, que no viniese nadie en ese momento tan especial, Karla inició un ritual: con la mirada fija en la mía, me entregó el libro y mientras sostenía fuertemente mis manos, me explicó que había disfrutado mucho creándolo y esperaba que lo hiciese yo, leyéndolo. Y me pide un favor, que plante un árbol, como símbolo de agradecimiento a la tierra, para devolverle todo aquello que nos ha dado.
Después de dedicarme el libro con unas cercanas palabras, nos dimos un sentido abrazo, agradeciendo al presente y la naturaleza el habernos encontrado. Con ojos brillantes, se despidió, cogió su maleta y se fue hacía el andén rumbo a su nuevo destino, justo el que ella había elegido.
Karla Ontiveros, poeta y perfomancer
Karla Ontiveros, cursó estudios de Filosofía en UNAM, México y estudia Arte Dramático en Madrid. Participa en varios Festivales Internacionales de Teatro Clásico y de Investigación teatral con obras dirigidas por Jessica Walker. Poeta y perfomancer, crea su propia compañía “La otra mirada” en la que crea representaciones en diferentes partes del mundo: Platos sucios, Los Pies en el Techo, Una receta en la ciudad, Tránsito de Ciudad.
Después de nuestro encuentro, tarde muy poco en acabar su poemario Ahorcada en el árbol, es un libro con una expresividad y sinceridad brutal, Karla se abre en canal para hablar sobre la mujer, la fertilidad, el existencialismo, el sexo, la vida y la muerte, su ciclo y su sentido. Trata sobre el vacío y la búsqueda constante de uno mismo, pone en duda si una segunda persona, nos llenará el alma o por lo contrario estamos cegados por los vicios y la baja autoestima. Es un libro de gritos ahogados dirigidos al alma, hablando desde las entrañas. Poemas llenos de palabras primitivas, sin pretensiones ni rimas, solo con la libertad de hacerte pensar sobre quien eres y con quien quieres estar en el momento presente. Habla sobre el crecimiento personal a través de palabras que todos conocemos, para que la vuelta de tuerca la des tú mismo. Habla sobre la autoestima y el reconocimiento propio, se ha de caminar dentro de uno hasta que te duelan los pies.
Después de nuestro encuentro y toda la serie de coincidencias…reflexiono y pienso: ¿Fue casualidad que viniese a la tienda ese día? o quizás, ¿los pensamientos tienen más poder de lo que pensamos y fueron ellos los que causaron nuestro encuentro?
Visto lo visto y como existencialista hasta la médula, me quedo con la segunda opción: niego el hecho de que las cosas pasan por que sí y me divierto más al pensar, que somos responsables de nuestros actos, sean cuales sean…
________
Imágenes: Karla Ontiveros Facebook/ Parcollet Photography
> Ahorcada en el árbol Colección Imaginaria
Me ha encantado tu relato!!…y espero y deseo que el encuentro con la dueña de la gran cabellera, sea real.
Qué bien escribes!!!!
Gracias Merce, pues sí, tan real que debía de explicarlo 😉