En la ignorancia existe cierto gustillo, del que da pereza salir. Algo parecido le comentaba Andreu Buenafuente a Berto Romero, en uno de los episodios del programa de radio que protagonizan en cadena SER. Como dos amigos, responden de forma improvisada las preguntas enviadas por los oyentes, bajo el nombre de Nadie sabe nada. Título que podría resumir muy bien la etapa que estamos viviendo, con información constante a todas horas del día, de todo tipo y por múltiples medios. Pero muchas veces, aunque quieras estar al tanto, reflexionar, recrearte sobre un tema o tener una opinión de peso, la información se actualiza y cambia a tal velocidad, que solo te da tiempo a quedarte con la boca abierta y una mala digestión.
El cierre de la cremallera desplaza el botón y el hombre ya no dispone de todo ese tiempo para pensar mientras se viste, una hora filosófica, por lo tanto, una hora de melancolía. Farenheit 451 (1953) Ray Bradbury
Bradbury lo tenía muy claro, el mundo va a toda máquina y esos momentos de reflexión, y divagación parece que ya no están de “moda”. Ahora lo que se lleva es estar al tanto de todo en todo momento y publicarlo para que todos los sepan, aunque la gran noticia sea de qué color se ha teñido el pelo Justin Bieber.
Resulta que, si no estás al tanto de todo, muchas veces te quedas fuera de esa conversación entre cigarrillos. Porque para poder comunicarte con personas reales, en el mundo real, primero has de saber qué es lo que pasa en el mundo online.
Una vez estás dentro de esa conversación, nadie tiene realmente una opinión profunda y argumentada, porque les esperan en cola cientos de gifs, whatsApps y emails en la bandeja de entrada de su empachado correo. Vivimos navegando constantemente, se ha substituido el “Pregúntale a la abuela”, por “Búscalo en google”. Queremos saber la verdad al momento, ser el primero y poderlo contar a todos, para que eso que le has contado a un amigo, se olvide al minuto y vuelva a buscarlo en el famoso buscador. Como diría Bart Simpson (si no lo ha dicho ya, en alguno de los capítulos actuales) google ha hecho muchos estragos en mi memoria.
¿A quién le interesa la verdad? De pequeños, nos encantaba jugar al teléfono, leer cuentos e imaginarnos en otros mundos, y ya de grandecitos, que tire la primera piedra quien no ha exagerado alguna vez, una realidad de algo o alguien. Fantasear atrapa y crea adicción ¿una mayor realidad? Los sueños
Veritas Odium Parit. Terencio (La verdad engendra el odio)
Todo es mentira en es te mundo todo es mentira, la verdad. Manu Chao
Mal me quieren mis comadres porque digo las verdades. La Celestina»(Acto II)
A medida que avanza una discusión, retrocede la verdad. Autor desconocido
La encerraron por sincericida. Autor desconocido
Solemos creer lo que nos conviene. Autor desconocido
Cuenta Kiko Llaneras, en su artículo Los amigos se hacen antes de los treinta de la revista en Jot Down Magazine Smart (n.18), que en edad adulta solemos quedar para hacer cosas, en cambio, antes primero “se quedaba” y luego ya se decidía que hacer. Se echa en falta esos momentos improvisados donde dejas de lado ese mundo digital de medias verdades, llenas de conservantes y das alas a tu imaginación, tontería y locura para hablar de cualquier tema. Para los que buscamos algo más que la llana “verdad”, este es un ejercicio que nos engrasa, nos limpia y nos renueva. Cojamos un tema, por ejemplo, alguno de los que se suelen ocurrir mientras se está en el baño (son de los más interesantes, auténticos y creativos) y …
¡viajemos!
Pues sí, no hay nada más gustoso que, después de una semana de trabajo, con cerveza en mano, ponerse a arreglar el mundo con un amigo; entre la tontería de uno y la ignorancia del otro, hasta que la noche se duerma.
Gracias Andreu y Berto, por estos oasis de comunicación, frente a la gran marea de desinformación.
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Imagen: Raymond Queneau. Como narrar una simple historia de 99 formas de distintas (1987)